TRAKATRAKATRA
Sobre raíles, sobre
raíles,…. Eso quisiéramos nosotros. Uffff…….
Qué más quisiéramos….. que ir oyendo el ruido del
traqueteo mientras nos alejamos de Bilbao para pasar con nuestras familias ese periodo
llamado “cortas vacaciones”.
Qué más quisiéramos que oír el ruido mientras conversamos
de cómo lo vamos a pasar al llegar a ese precioso destino, de las actividades
que vamos a realizar, de los comercios que vamos a visitar, de las cosas que
vamos a comprar, de los alimentos que vamos a degustar…
Qué más quisiéramos que ir a ese destino al que
nuestros antepasado iban primero escapando del hambre pero también con otras
intenciones, sobre todo lúdicas, para algunos sucias pero imposibles de realizar
en nuestra ciudad, es decir, a pecar. Sí, pecar.
Aunque a algunos se les olvide, Hendaia, que está a
la vez tan cerca y tan lejos, era tierra de libertad cuando aquí esa palabra no
significaba más que pecado, inmoralidad, deseo carnal y, sobre todo, deseo de
salir y escapar.
Qué más quisiera que explicar a mi hijo que este
túnel en el que nos encontramos y que carece de raíles no tiene una salida a la
diversión ni a un lugar paradisíaco.
Por desgracia, no me queda otro remedio que
explicarle que lo que iba a ser una vía rápida a la anteriormente considerada
tierra de la libertad va a ser en los próximos años nuestro hogar.
Qué más quisiera que decirle que nuestros
gobernantes tenían un proyecto de transporte rápido a punto de finalizar y que
nos daría sustento seguro en el futuro.
Sin embargo, no me queda más remedio que contarle la
cruda realidad de la inutilidad de obras que no se han podido finalizar y quedan
como monumentos de la incompetencia gubernamental.
La única alegría que me queda es que le voy a poder
contar que he encontrado una alternativa a nuestras continuas desgracias.Porque desde que se paralizaron las obras en las que
trabajaba y cuya consecuencia fue la desaparición de mi puesto de trabajo,
único sustento de mi familia, no hemos conocido un momento de alegría.
Tengo que decirle que he encontrado un alojamiento, el
único alojamiento disponible para personas en nuestra situación. Un acomodo que
en vez de dulce es húmedo, oscuro y sucio. Un lugar en el que no entra casi el
frío, ni la lluvia. Pero tampoco entra el sol ni la alegría.
Por supuesto que es un cambio drástico en nuestras
vidas. Un cambio que no habíamos previsto nosotros, ni tampoco muchos de los
que nos acompañan en esta oscura galería. De tener una desahogada existencia
hemos pasado a vivir de prestado, en un alojamiento que bien podría llamarse el
Hotel del Nunca Acabar pero que nos guarece de las inclemencias meteorológicas.
Perder un trabajo es duro, durísimo. Y más si tienes
padres con edad avanzada que no entienden estos tiempos de cambios continuos en
los que tienes que ser más ágil y flexible que el agua.
Pero cuando te tiran de tu propia casa, a la vista
de todos los vecinos, personas que han convivido contigo los últimos
veinticinco años y saliendo del edificio con tu familia, la situación es
dramática.
Aún así hemos encontrado este agujero, que han
construido con el dinero de todos pero que lo han dejado abandonado. Un hueco
que nos dará cobijo del frío en invierno, de la lluvia en primavera, del sol en
verano y fuente de alimentación, sobre todo en época de setas, en otoño.
Qué más quisiera que oír el ruido y aguantar el
vaivén del vehículo de velocidad extrema. Ese invento que es casi tan veloz que
el avión pero que corre a ras de tierra por una carretera de hierro, cuando hay
presupuesto para colocar esas barrar de hierro.
Pero eso va a ser bastante complicado ya que la
parálisis del país se ha convertido en
el abandono de proyectos inviables que han quedado a medio hacer.
Qué más quisiera que… oír el trakatrakatrá…. Llegar a
Hendaia… y poder disfrutar con los míos de unos días de felicidad.
Os dejo una imagen
de nuestro nuevo dulce hogar, que vale más que mil palabras.
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